Mujeres que reescribieron el mundo desde sus propias claves
La historia de las mujeres no siempre ha sido contada en las páginas oficiales. Durante siglos, las mujeres fueron protagonistas silenciosas de revoluciones personales, intelectuales, artísticas y sociales.
Muchas de ellas desafiaron no solo al sistema, sino también a sus propias dudas y condiciones. En este recorrido, nos detenemos en cuatro figuras que desde la ciencia, la escritura, la matemática y el activismo, dejaron huellas que hoy aún nos iluminan.
1. Sofía Kovalevskaya: Primera mujer en Europa en obtener un doctorado en matemáticas y ocupar una cátedra universitaria.
Rusia – 1850-1891
Sofía Kovalevskaya no solo amaba las matemáticas, las vivía. Desde niña, las paredes de su habitación estaban cubiertas con apuntes de cálculo, porque no existía otro papel disponible. Nació en una Rusia donde las mujeres no podían acceder a estudios universitarios, por lo que fingió un matrimonio para poder viajar a Alemania a estudiar.
Obtuvo su doctorado en 1874, siendo la primera mujer en Europa en alcanzar ese nivel en matemáticas. Más adelante, se convirtió también en la primera profesora universitaria de Suecia y publicó investigaciones que marcaron a generaciones posteriores, especialmente en ecuaciones diferenciales.
Además, escribió novelas y ensayos, demostrando que el pensamiento lógico y el pensamiento emocional no son opuestos, sino aliados.
Sofía abrió caminos con la mente y con el corazón. Nos enseñó que el rigor no está peleado con la sensibilidad, y que romper techos de cristal también puede ser un acto profundamente poético.
2. Nela Martínez: Primera mujer en ocupar la vicepresidencia del Congreso de Ecuador, escritora y defensora incansable de los derechos humanos.
Ecuador – 1912-2004
Nela Martínez fue la definición de una mujer que se hace oír. Escritora, política, activista y sobre todo, ecuatoriana con un profundo sentido de justicia. En 1944, participó activamente en la llamada “Gloriosa”, una rebelión civil que derrocó al entonces presidente. Durante 2 días, Nela asumió simbólicamente el poder en el Palacio de Carondelet, convirtiéndose en una figura histórica.
Fue también la primera mujer en ocupar la vicepresidencia del Congreso ecuatoriano y la primera en liderar un diario: Yucanchi Galpa, dirigido a los pueblos indígenas. Pero más allá de los cargos, Nela dedicó su vida a educar, a defender a las mujeres trabajadoras, y a dar voz a los que nunca habían tenido una.
La suya no fue una lucha fácil ni lineal. Pagó precios personales por su activismo. Aun así, nunca se detuvo. Su legado es una invitación a no conformarse con ser espectadoras, sino protagonistas de nuestra historia.
3. Ada Lovelace: Primera persona en crear un algoritmo para una máquina, considerada la madre de la programación.
Reino Unido – 1815-1852
Ada Lovelace vivió en un siglo donde las mujeres no eran asociadas con ciencia ni tecnología. Hija del poeta Lord Byron, desde pequeña mostró una curiosidad feroz por las matemáticas, la lógica y la invención.
Fue discípula del matemático Charles Babbage, quien desarrollaba el concepto de una “máquina analítica”, una especie de computadora primitiva. Ada no solo entendió el potencial de ese invento, sino que escribió un algoritmo para que esa máquina pudiera realizar cálculos, convirtiéndose en la primera persona —hombre o mujer— en hacerlo. Por eso hoy, Ada es reconocida como la primera programadora de la historia.
Lo que más impresiona de su trabajo no es solo su visión técnica, sino su imaginación. Ella creía que las computadoras algún día podrían crear música, arte y texto, mucho antes de que eso fuera posible.
Ada Lovelace nos enseñó que la creatividad y la lógica no se excluyen, y que el futuro también se puede escribir con números.
4.Marsha P. Johnson: Activista trans afroamericana, ícono del movimiento LGBTQ+ y clave en los disturbios de Stonewall.
Estados Unidos – 1945-1992
Marsha P. Johnson no tenía miedo de brillar. Con sus coronas de flores, su voz firme y su alegría contagiosa, se convirtió en una figura emblemática del movimiento LGBTQ+ en los años 60 y 70.
Fue una de las protagonistas de los disturbios de Stonewall, un punto de quiebre en la lucha por los derechos de las personas LGBTQ+ en Estados Unidos. Fundó junto a Sylvia Rivera la organización STAR (Street Transvestite Action Revolutionaries), para dar refugio y apoyo a jóvenes trans y queer sin hogar.
“P.” en su nombre significaba “Pay it no mind” (“no le prestes atención”), una frase que usaba cada vez que alguien cuestionaba su identidad. Pero Marsha no solo resistía, también amaba, cuidaba, protegía. Fue una madre simbólica para cientos de personas que no tenían a nadie.
Su muerte en circunstancias sospechosas sigue siendo investigada, pero su vida sigue inspirando. Porque Marsha no pedía permiso para existir: simplemente lo hacía con amor y valentía.
El poder de lo auténtico
¿Qué une a una matemática rusa, una escritora ecuatoriana, una programadora británica y una activista trans afroamericana? El coraje de ser auténticas. De crear, hablar, amar y pensar desde su verdad, aunque eso significara romper con todo lo establecido.
Sofía, Nela, Ada y Marsha no vinieron a agradar, vinieron a transformar. Y lo hicieron a su modo: con ecuaciones, discursos, algoritmos o flores en el cabello. Nos demostraron que no hay un solo camino para dejar huella.
En un mundo que aún muchas veces nos empuja a encajar, sus historias nos recuerdan que vivir desde lo profundo, aunque sea incómodo o difícil, es una de las formas más poderosas de cambiarlo todo.
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