Ellas pintaron el mundo con sus propios colores

En un mundo que tantas veces impone cómo deberías vivir, crear o existir, hay mujeres que decidieron expresarse desde su propia mirada. Algunas lo hicieron con palabras, otras con insectos, otras con puntos infinitos.

Lo que todas tienen en común: eligieron transformar lo distinto en algo profundamente humano. Este es un homenaje a cuatro mujeres que, desde distintas épocas y geografías, demostraron que el arte y la ciencia también pueden ser caminos de libertad.

1. Judith Gutiérrez: Pintora y muralista ecuatoriana que rompió esquemas y abrió paso al arte femenino en Latinoamérica.

Ecuador – 1927-2003

Judith Gutiérrez es una figura central en el arte moderno ecuatoriano, pero también una pionera que desafió los códigos de su tiempo. En una época donde las mujeres eran más musas que creadoras, ella tomó el pincel con decisión y llenó lienzos de fuerza, dolor, color y simbolismo.

Su obra se caracteriza por una estética que combina elementos del surrealismo con una narrativa muy latinoamericana, centrada en la figura femenina, la maternidad, la tierra y el silencio. Lejos de caer en el ideal de belleza complaciente, Judith retrató mujeres poderosas, muchas veces rotas, siempre reales.

Además de su pintura, fue una voz activa en defensa de las artistas ecuatorianas y del pensamiento crítico. Su legado no solo está en los murales y cuadros que dejó, sino también en las preguntas que nos obliga a hacernos: ¿A quién estamos mirando? ¿Quién tiene derecho a contar una historia?

2. Gabriela Brimmer: Poeta, activista y escritora con parálisis cerebral que usó su pie izquierdo para escribir y alzar la voz.

México – 1947-2000


Gabriela Brimmer nació con parálisis cerebral severa, una condición que limitaba sus movimientos físicos casi por completo. Pero su mente, su sensibilidad y su voluntad estaban intactas. Aprendió a leer, a escribir y a expresarse usando únicamente el dedo gordo de su pie izquierdo. Con él escribió poemas, cartas, ensayos y su historia.

Gabriela no solo se convirtió en escritora publicada, sino también en una activista incansable por los derechos de las personas con discapacidad en México. Fundó la Asociación para los Derechos de las Personas con Alteraciones Motoras (ADEPAM) y se convirtió en una figura pública que cambió la narrativa en torno a la discapacidad.

Su libro Gaby, una historia verdadera fue llevado al cine, permitiendo que miles de personas conocieran su vida, no desde la lástima, sino desde la admiración. Gabriela nos enseñó que la voz no siempre necesita de la boca para existir, y que la escritura puede ser también una forma de rebelión amorosa.

3. Maria Sibylla Merian: Pionera en el estudio de insectos y botánica, revolucionó la ciencia con sus ilustraciones naturalistas.

Alemania – 1647-1717

En pleno siglo XVII, cuando la ciencia era un espacio exclusivo para hombres y la observación de insectos era considerada una curiosidad menor, Maria Sibylla Merian convirtió su amor por la naturaleza en una revolución.

Desde muy joven, mostró interés por los insectos, especialmente por el proceso de metamorfosis. Viajó incluso a Surinam (Sudamérica), en una expedición autofinanciada, para estudiar de primera mano la flora y fauna tropical. En esa época, un viaje así era impensable para una mujer.

Su obra Metamorphosis Insectorum Surinamensium fue un hito: por primera vez se documentaban científicamente —y con belleza artística— las etapas de transformación de insectos. Su enfoque fue tan preciso que inspiró tanto a artistas como a biólogos.

Merian desafió la idea de que ciencia y arte están separados. Fue científica antes de que existiera la palabra “científica”, y demostró que mirar con detalle y ternura también es una forma de conocimiento.

4.Yayoi Kusama: Artista contemporánea japonesa, ícono del arte conceptual y la instalación, conocida por su universo de puntos infinitos.

Japón – 1929 - presente

Yayoi Kusama es una de las artistas más reconocidas del mundo, pero detrás de sus famosas salas de espejos, calabazas y puntos infinitos hay una historia marcada por el dolor, la salud mental y una imaginación desbordante.

Desde niña, Kusama sufría alucinaciones visuales. Veía puntos y patrones que se multiplicaban y lo cubrían todo. En lugar de silenciar esas visiones, decidió convertirlas en arte. Viajó a Nueva York en los años 60, donde compartió escena con Andy Warhol y otros íconos del pop art, pero nunca fue plenamente reconocida en su tiempo.

Después de años de lucha emocional, regresó a Japón y decidió internarse voluntariamente en un hospital psiquiátrico, donde vive desde entonces… y sigue creando. Su obra es una mezcla de repetición, obsesión, color y reflexión profunda sobre el infinito, la identidad y la existencia.

Kusama nos recuerda que la belleza puede surgir del caos interno, y que el arte también puede ser refugio, grito y sanación.

Un arte que transforma

Judith, Gabriela, Maria y Yayoi crearon desde la diferencia, desde la incomodidad, desde lo que el mundo muchas veces no sabe cómo nombrar. Ellas no esperaron la validación. En su lugar, ofrecieron su verdad, su sensibilidad y su rebeldía creativa al mundo.

Sus historias no solo inspiran por lo que lograron, sino por cómo lo lograron: sin traicionar su esencia. Pintaron el mundo con sus propios colores, y lo dejaron más amplio, más libre, más humano.

En un mundo que aún muchas veces nos empuja a encajar, sus historias nos recuerdan que vivir desde lo profundo, aunque sea incómodo o difícil, es una de las formas más poderosas de cambiarlo todo.

¿Y tú? ¿Qué historia estás escribiendo con tus colores?

Si este texto te tocó, compártelo con otra mujer que necesite recordar que lo distinto no es debilidad, es potencia.

Anterior
Anterior

Mujeres que reescribieron el mundo desde sus propias claves

Siguiente
Siguiente

4 Mujeres que marcaron la historia: voces que aún nos inspiran