El poder del autoconocimiento: claves para vivir una vida plena

 

¿Cuándo fue la última vez que te sentaste contigo misma y te escuchaste sin juicio?

No para exigirte, no para corregirte… solo para escucharte. Para mirar hacia dentro y preguntarte con honestidad: ¿cómo estoy?

En Ser Mujer y Vivir Para Contarlo, escuché a Gladys Ochoa compartir su historia con una verdad tan profunda que aún me resuena. Dijo: “Tuve que perderme para saber quién era.”

Y desde ahí parte este artículo, porque el autoconocimiento no es un lujo espiritual. Es una herramienta vital. Es una vuelta a casa.

Conocerse es volver a ti

Durante mucho tiempo, confundimos el autoconocimiento con esas listas de fortalezas y debilidades que nos hacían en talleres. Pero no. Conocerse va mucho más allá.

Es tener la valentía de mirar lo que sientes cuando nadie más te ve.

Es reconocer qué te mueve, qué te duele, qué te emociona… sin filtro.

Es mirarte en el espejo y decir: “Esto soy. Y me estoy aprendiendo a amar así, completa, real, imperfecta.”

Gladys lo expresó con tanta calma: el punto de inflexión no fue cuando todo iba bien, fue cuando se sintió rota, perdida, desconectada… y se atrevió a buscarse.

El autoconocimiento no grita, pero transforma

No hace ruido, pero cambia todo. Cambia tu forma de amar, de elegir, de decir “no”. Cambia lo que toleras, lo que priorizas, lo que sostienes.

Cuando te conoces, ya no actúas por agradar. Ya no te acomodas en relaciones que te minimizan. Ya no persigues validación externa. Porque sabes lo que vales. Porque sabes quién eres.

Y sí, eso da miedo al principio. Porque conocerse también duele. Pero es un dolor que libera. Que limpia. Que te devuelve a ti.

No necesitas tener todas las respuestas

Este camino no es lineal. Hay días en los que te vas a sentir fuerte, alineada, y otros donde no vas a entender nada de lo que sientes. Y está bien.

El autoconocimiento no es un destino, es una práctica. Una disposición diaria a no abandonarte. A hacer pausas. A preguntarte:

• ¿Lo que estoy haciendo hoy me representa?

• ¿Esta versión de mí es mía o es la que aprendí para encajar?

• ¿Estoy eligiendo desde el miedo o desde el amor propio?

Gladys dijo una frase que se me quedó grabada: “Uno no siempre elige el punto de partida, pero sí el rumbo.” Y eso lo cambia todo.

¿Por dónde empezar?

Aquí te dejo algunas formas simples y poderosas de reconectar contigo:

• Escribe lo que sientes, sin corregir ni embellecer

• Pregúntate: ¿quiero esto, o solo creo que debería quererlo?

• Escucha tu cuerpo: ¿cómo se siente cuando dices “sí” a algo?

• Habla con mujeres que te reflejen, no que te juzguen

• Agradece tus pequeños cambios. Nadie tiene que verlos, con que tú los reconozcas es suficiente

Conocerte es un acto radical de amor propio

En un mundo que te empuja a ser todo para todos, conocerte es rebelarte con amor. Es decir: “Me elijo. Me escucho. Me acompaño.”

Y si hoy estás en ese punto donde no sabes bien quién eres, pero sabes que ya no quieres seguir como antes… ese también es un comienzo.

Tú ya estás en camino. Y aquí estamos muchas, aprendiendo a vivir para contarlo.

 
Siguiente
Siguiente

La Matemática Olvidada: Emmy Noether, la Madre del Álgebra Moderna